Napoleón presionó y el 11 de diciembre se firmaba un tratado de Paz y amistad por el cual el emperador reconocía a Fernando VII, y se mantenía la integridad del territorio español (Tratado de Valençay). Era una claudicación total del emperador, presionado por la guerra centroeuropea.
FERNANDO VII EN ESPAÑA
Las Cortes fijaron los medios para mantener a Fernando en el trono como monarca constitucional, controlado al rey desde su entrada al territorio nacional y se exponía no se le reconocería hasta que prestara juramento a la Constitución. En 1814, Fernando VII cruzó el río Fluvía, el recibimiento popular fue apoteósico. Fernando VII en Valencia se encontró con el presidente de la Regencia, el cardenal Borbón, que había ido a su encuentro con instrucciones precisas de no ceder hasta que el rey no hubiese jurado la Constitución. Pero no cabe duda que en la lucha entre los dos poderes, venció el real. La mayoría de la nobleza se sentía herida por la supresión de los señoríos, y la mayoría de la jerarquía eclesiástica se oponía a las reformas liberales. El pueblo llano experimentaba la esperanza en un futuro feliz esta esperanza se centraba en la persona de Fernando VII el Deseado.
EL DECRETO DE 4 DE MAYO
Al llegar a Valencia (marzo) un grupo de diputados no liberales presentaron al rey el Manifiesto de los persas que se dedica a criticar la obra de las Cortes. Firmado por más de un tercio de las Cortes. Que el Manifiesto de los persas hizo daño a los liberales lo prueba no sólo el hecho que fuera tildado de aborto, sino que hubo una represión contra los firmantes durante el trienio liberal. Fernando se decide y firma el decreto de 4 de mayo.
POLÍTICA INTERIOR
La falta de un sistema político, el carácter del rey, la mediocridad de sus consejeros y la inestabilidad ministerial (28 ministros), hizo que el Sexenio Absolutista, fuese un auténtico fracaso que defraudó a los españoles. Desde el 4 de mayo comenzó la restauración de todos los organismos del Antiguo Régimen, desmantelando una tras otra las estructuras políticas, sociales y económicas de las Cortes. Tres cosas resaltan: la represión contra afrancesados y liberales, los intentos de reforma contra la Hacienda y el robustecimiento de la oposición liberal.
LOS PRONUNCIAMIENTOS
El ejército tenía motivos de queja. A raíz de la guerra de la Independencia se integran a él dos tipos de militares: los regulares y los guerrilleros. A la vuelta de Fernando VII los primeros pasaron a ocupar los puestos más importantes. Los guerrilleros comenzaron alinearse con los liberales y se hicieron masones. Cuando el descontento se manifiesta con la intervención armada en contra del Gobierno establecido, propia del XIX, se llama Pronunciamiento. Primer pronunciamiento, 1814 Espoz y Mina, en 1815 Díaz Porlier, en 1817 Lacy...
LA CAÍDA DEL RÉGIMEN
Causas: incompetencia de las autoridades. Descontento de un mal gobierno, mala racha de los asuntos económicos. La decepción del rey que no cumplió las promesas hechas en Valencia. La ocasión se presentó con el ejército expedicionario que se hallaba en Cádiz. La moral de las tropas se veía minada por las condiciones en que se hizo el reclutamiento, reclutados de forma violenta. Y el 1 de enero 1820 el comandante Rafael de Riego proclamó la Constitución en Cabezas de San Juan. En febrero de 1820 era imposible pensar en el triunfo y, sin embargo lo consiguieron. La razón principal del éxito residió en los errores que cometió el poder central. El 1o fue la falta de energía para acabar con ella. A falta de noticias, el rumor exageraba los acontecimientos. El 2o factor fue la ola de pronunciamientos que a partir de febrero se produjo en varios puntos del país promovidos por los masones. El 7 de marzo, el rey se decidía a jurar la Constitución de 1812.
El Trienio Liberal se inicia el 7 de marzo de 1820 con la promesa de Fernando VII de jurar la Constitución. Entre esas fechas y la reunión de las Cortes tuvo lugar la transición política a cargo de la Junta provisional que reconoció la Constitución de 1812 y toda la obra de las Cortes de Cádiz. La conducta del rey pasó por dos fases, la primera se caracterizó por la resistencia a medidas que dio paso a la resignación. Hubo tres problemas: El Ejército sublevado o Ejercito de la Isla tenía muchas reivindicaciones. Las Sociedades patrióticas fueron obstáculos para la política moderada. Las Juntas provinciales funcionaron como entes autónomos en sus propios territorios.
LA ETAPA MODERADA
Los moderados adoptaron la vía intermedia que resultó inalcanzable. Sus pretensiones no contentaron a nadie, a lo que se suma el miedo a la intervención europea.
LA REVOLUCIÓN EXALTADA
Una serie de alzamientos a lo largo de toda España cuyos líderes fueron Riego, Quiroga y Espoz y Mina, llevaron a los exaltados al Gobierno con Martínez de la Rosa a la cabeza que proyectó una reforma constitucional anticipo del Estatuto Real Isabelino. Hubo después otros gobiernos igual de inestables.
LA CONTRARREVOLUCIÓN REALISTA
En esta contrarrevolución actuaron tres elementos. El 1o El rey en su demanda de una intervención militar de las potencias. El 2o la resolución armada de forma de partidas, con precedente en las guerrillas que llevaron a la formación de una Regencia en Urgell. 3o Los Cien Mil Hijos de San Luis al mando del duque de Angulema, encontraron poca oposición. Esto fue debido por el descontento con la política económica, especialmente por la mala situación del agro.
El 1 de octubre de 1823, Fernando VII desembarcó en El Puerto de Santa María y fue recibido por el duque de Angulema. Ese mismo día declaró que había carecido de libertad, y declaró nulos y de ningún valor todos los actos del gobierno constitucional.
LOS GOBIERNOS
El gobierno tuvo un matiz reformista. Estuvo sometido a las cinco bases para la política dictadas por Fernando VII, lo más representativo es el intento de acabar con la crisis económica, Ballesteros inició una tímida reforma de la Hacienda, sus éxitos se debieron a la orden real de no pagar la deuda pública comprada por las naciones extranjeras lo que terminará ahogando nuestra economía por la falta de inversiones. Ofalia, Cea Bermúdez fueron jefes del gobierno en este periodo, este último hizo frente a la revuelta realista de Jorge Bessières, el rey no estaba siendo suficientemente absolutista. El duque del Infantado, conservador a ultranza, formó gobierno e hizo frente a la conspiración de los moderados a cuya cabeza estaba Espoz y Mina aunque no tuvo éxito. Su sucesor González Salmón tuvo que enfrentarse al problema de Portugal. El Gobierno adoptó una actitud de tolerancia con los realistas portugueses que se refugiaron en España, pero la presión de Francia e Inglaterra obligó a dejar de apoyar la opción de la reina Carlota Joaquina y mantener una postura de neutralidad. En 1827 la atención del Gobierno se dirigió a Cataluña, donde existía un gran descontento por parte de los realistas malcontents. Fernando VII decidió viajar a Cataluña para pacificarla. Lo consiguió y Barcelona inició su prosperidad industrial como puerto franco.
LA CUESTIÓN DINÁSTICA
En 1829 falleció la tercera esposa de Fernando VII, doña María Josefa Amalia, sin hijos. Sus achaques y la avanzada edad forzaron a tomar una rápida decisión, el infante D. Carlos tenía el favor de los realistas. Fueron presentadas varias princesas, finalmente María Cristina de 23 años. La legalidad dinástica antes del matrimonio real era la siguiente: Felipe V había establecido la Ley Sálica en 1713 por el Nuevo Reglamento para la Sucesión, al ordenar que fuesen preferidos todos los descendientes varones. Las Cortes aprobaron en 1789, la vuelta a la costumbre de las Partidas por la que si el Rey no tuviera hijo varón, heredará el Reino la hija mayor, pero por razones de índole exterior, Floridablanca decidió aplazar su publicación. En 1830, año del nacimiento de su hija Isabel, Fernando VII mandó publicar la Pragmática Sanción por presión de la familia de su esposa, en fuerza de ley decretada por Carlos IV a petición de las Cortes del año 1789 que establece la sucesión regular en la Corona de España. Con esta Ley el infante don Carlos quedaba excluido si la reina María Cristina tenía una hija.
En 1830 fue derrocado Carlos X y se instauró la Monarquía constitucional con Luis Felipe de Orleáns. Mina y Torrijos intentaron llevar la revolución a España sin éxito.
En 1832 el rey estaba en peligro de muerte. Los embajadores de Austria y Cerdeña presionaron para que se ratificara el auto de 1713 ya que las potencias de la Santa Alianza temían la instauración de una España liberal. María Cristina fue tan presionada que se la dio la potestad de elegir entre una guerra civil en el caso de que reinase su hija o que gobernase Carlos María en paz, decidió la paz. Ante su esposa y los ministros que se encontraban en la Granja, el rey rubricó el decreto que le permitía en el futuro reinar a su hermano. Pero ese texto redactado por el ministro de Gracia y Justicia Francisco Tadeo Calomarde que debía permanecer en secreto hasta la muerte del rey se convirtió en un secreto a voces, rápidamente liberales de toda España llegaron para ofrecer sus servicios a la Regente, y el apoyo de su hermana fue decisivo para que cambiase de opición. Se cambió todo el gobierno y con el apoyo de liberales, moderados y parte del ejército, se dio un auténtico golpe de estado en el que Carlos perdió la corona. El nuevo Gabinete se planteó dos objetivos: hacerse con el poder a todos los niveles y resolver el problema planteado con la firma del decreto derogatorio de la Pragmática Sanción. El primer objetivo se logró sustituyendo paulatinamente todos los mandos militares y policiales comprometidos con don Carlos. Por otra parte se concedió una amnistía general, esta amnistía supuso un pacto entre los liberales y la reina. El segundo objetivo tuvo dos fases diferenciadas. En la primera se buscó a una cabeza de turco en la persona de Calomarde, que fue desterrado. Para poner en práctica la segunda fase se esperó a dominar el país. Y finalmente el rey declaró públicamente que el decreto por el que había derogado la Pragmática Sanción era nulo. Esta declaración hizo posible que la infanta Isabel fuese jurada heredera por unas Cortes en mayo en 1833. El 29 de septiembre de 1833, Fernando VII murió dejando como herencia a su hija Isabel una guerra civil que ensangrentaría el territorio español y las bases para poder establecer un nuevo régimen: el liberal.
María Cristina de Nápoles no era liberal, en realidad podía clasificarse de absolutista. Sin embargo, las aspiraciones de Carlos María Isidro, no le dejaban otra alternativa si quería proteger a su hija. María Cristina tratará de apoyarse en liberales más templados. En un principio se rodeó de reformistas que habían colaborado con su esposo en la última etapa de su reinado como Cea Bermúdez. Javier de Burgos, llevó a cabo la división de España en 49 provincias, tomando lo hecho en el reinado de José y el Trienio Constitucional, surge así una estructura territorial y administrativa del país. Con la división de Cea, el liberalismo avanzaba.
LA PRIMERA GUERRA CARLISTA
A la muerte de Fernando VII, el infante don Carlos se negó a reconocer la legitimidad de la princesa de Asturias, y adoptó el nombre de Carlos V. El manifiesto de Abrantes, que publicó en 1833, había valer sus pretensiones. Las insurrecciones carlistas se generalizaron por todo el país, aunque solo cuajaron en el País Vasco, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo. Pero las dificultades con las que tuvieron que enfrentarse los primeros gobiernos de María Cristina para asentar el sistema constitucional permitieron a los carlistas extender su movimiento. Las razones de la causa carlista: fue secundado en las regiones forales, ya que la cuestión foral está en el fondo de las aspiraciones de los insurrectos. El liberalismo era centralizador. También se ha dicho que la guerra carlista es la lucha del campo contra la ciudad, la base social del carlismo hay que buscarla en las clases rurales de las Provincias Vascongadas, Navarra, Aragón y Cataluña. Las ciudades importantes como Bilbao, después de los primeros momentos, San Sebastián, Pamplona o Vitoria, se decantaron por el sistema liberal. Cuya situación social estaba muy deteriorada por la venta de tierras comunales, algo que también ocurría en el sur pero que no llegó a prosperar por falta de foralismo.
El desarrollo de la guerra: el coronel Zumalacárregui se puso al mando de las tropas carlistas en Navarra, aprovechó su conocimiento del terreno para la guerrilla, se apoderó de la fábrica de armas de Orbaiceta. A los fusilamientos de prisioneros por parte del ejército cristino se sucedían las ejecuciones de los soldados capturados por los carlistas. Don Carlos entró en España. La situación del conflicto no cambió y se desarrollaba según el esquema inicial: marchas y contramarchas de ejército liberal que infructuosamente trataba de fijar a las escurridizas tropas enemigas que rehuían el combate abierto. Valdés penetró en la sierras de Urbasa y Andía siendo derrotado estrepitosamente por los carlistas en 1835. La falta de entendimiento entre el general Zumalacárregui y don Carlos se puso de manifiesto con la decisión de atacar Bilbao. Don Carlos y su corte impusieron su criterio y decidieron llevar a cabo la toma de Bilbao. Zumalacárregui murió en el sitio. El sitio de Bilbao fracasó. Fernández de Córdoba derrotó a los carlistas en Mendigorría. Fue un golpe muy duro.
Expediciones carlistas y derrota final: eran expediciones que trataban de introducirse en el campo del adversario para provocar a los españoles a favor de la causa. En 1837 tuvo lugar la Expedición Real, el pretendiente intentó llegar hasta Madrid. Pero al llegar a las puertas de la ciudad, los carlistas no se decidieron a atacar. En el bando carlista el mando pasa al general Maroto que puso orden en las filas que buscaba un acuerdo político, fusilando a aquellos representantes del carlismo intransigente como Guergué. Espartero se hacía más dueño del territorio carlista. Espartero se apoderó de los fuertes de Ramales y Guardamino en Vizcaya, hecho por el se le dio el título de Duque de la Victoria. Maroto se avino a firmar en 1839 el Convenio de Vergara, reconocía los derechos de Isabel y conseguía promesas sobre la conservación de los fueros, mantenimiento de empleos de oficiales. Todavía Cabrera ignorando el acuerdo de Vergara, siguió peleando durante que le valieron el apelativo de El tigre del Maestrazgo. Al final acudió Espartero con importantes contingentes para forzar la retirada a Francia, que no consiguió hasta 1840
MARTÍNEZ DE LA ROSA Y EL ESTATUTO REAL
Después de Cea Bermúdez la reina gobernadora acabó transigiendo con Martínez de la Rosa como jefe de Gobierno. Su radicalismo se había suavizado y era ahora un liberal moderado.
LA RADICALIZACIÓN DEL RÉGIMEN
La lentitud con que llevaba a cabo una Monarquía constitucional, encrespó el ánimo de los más impacientes; se generalizaron incidentes. Aparece Mendizábal. María Cristina desconfiaba porque era un exaltado pero la intervención del embajador británico fue decisiva. Autor de la desamortización.
LA SARGENTADA DE LA GRANJA Y LA CONSTITUCIÓN DE 1837
El Gobierno de Mendizábal, cada vez más enfrentado con la regente, la cual buscaba la vuelta de los moderados, y también hostigado por algunos progresistas dimitió en 1836. Le sustituyó Javier Istúriz, lo que significaba un paso atrás en la izquierdización del régimen, los incidentes se generalizaron y su culminación llegó en el Motín de La Granja. Donde dos sargentos y un soldado pidieron a la reina gobernadora que firmase un decreto para restablecer la Constitución de 1812, a lo que no tuvo más remedio que acceder. Esto provocó una crisis de Gobierno e Istúriz fue sustituido por Calatrava, un progresista. Puso en marcha leyes del trienio liberal, y convocó Cortes para aprobar una nueva Constitución.
Hasta 1836 resulta comprometido hablar en España de partidos políticos. Los moderados se organizaron en 1836 frente al peligro que podía suponer para las clases más conservadoras dentro del liberalismo la aplicación de medidas radicales, desarrollaron una filosofía que se convirtió en base doctrinal del sistema: doctrinarismo o liberalismo doctrinario. Andrés Borrego adaptó las ideas de la monarquía de Luis Felipe al caso español, Donoso Cortés será el más ilustre teórico del moderantismo, su principio básico es sólo en la inteligencia reside el poder. El progresismo nace simultáneamente al partido moderado. Proviene de los exaltados, fue encabezado por Evaristo San Miguel.
LA REVOLUCIÓN DE 1840
María Cristina firmó la Ley de Ayuntamientos lo que supuso la ruptura entre los dos. A los tres meses de enviudar contrajo matrimonio con el guardia de corps Fernando Muñoz, que intentó mantenerse en disimulo, ya que según testamento de Fernando VII un nuevo matrimonio la haría perder la Regencia, tuvieron siete hijos. Esto provocó junto a la Ley de Ayuntamientos su caída.
Barcelona se convirtió en la cabeza de la protesta contra la Regente, pronto aparecen juntas revolucionarias en todo el país. La Regente quedó aislada en Valencia y Espartero dueño de la situación. La Regente presentó su abdicación oficial.
LA REGENCIA DE ESPARTERO
Espartero nació en el seno de una familia humilde de La Mancha. Con 15 años tomó las armas contra los franceses. En 1815 embarcó para América con Morillo, destacó en la guerra carlista. Liberal convencido. Espartero y los progresistas desterraron a María Cristina, la heredera era menor de edad y había que prolongar la Regencia hasta que Isabel cumpliese catorce años, como establecía la Constitución de 1837. Las Cortes se plantearon la cuestión de la Regencia, en tres personas: los trinitarios, otros en una sola: los unitarios, ganaron estos y Espartero fue elegido Regente. Defensor del libre comercio, tema debatido en el Congreso, donde se pusieron de manifiesto los contrapuestos intereses de andaluces y catalanes. Éstos apoyaban la protección de la industria nacional con tarifas arancelarias, Andalucía y Madrid demandaban una completa libertad de comercio. Se aprobó la reforma arancelaria en 1841 que era una puerta abierta a las manufacturas extranjeras. Muchas fábricas y talleres de Cataluña tuvieron que cerrar y se dan verdaderas revoluciones, como la de 1842. El regente bombardeó Barcelona. La sublevación fue dominada, desde esto Espartero tenía los días contados como regente.
LA CAÍDA DE ESPARTERO
María Cristina desde París con el apoyo de moderados, y Luis Felipe de Orleans fueron responsables de la caída de Espartero. La crisis política fue acompañada por la insurrección. Narváez desde Francia se dirigió a Valencia, donde fue muy bien acogido, en Torrejón de Ardoz se enfrentó a Seoane, la victoria fue para Narváez. Espartero conoció la caída de Madrid en Sevilla y embarcó para Inglaterra.
LA CONSTITUCIÓN DE 1845
En 1844 la reina nombraba un Gobierno presidido por Narváez. Encontramos varias tedencias: La facción Viluma, liderada por Pezuela marqués de Viluma, era una síntesis entre la tradición y la revolución mediante el matrimonio del hijo de Carlos V con la reina Isabel, sistema representativo restringido sin partidos políticos; el grupo de los puritanos, de Francisco Pacheco, moderantismo, reformar la Constitución de 1837, defienden la reconciliación, junto con Ríos Rosas; La gran masa de los moderados, cuyo cerebro era Pidal y su cabeza visible Narváez, sin preocupación por la reconciliación, y se basaban en el principio de que el poder no se otorga, se conquista. Triunfó este último por la singularidad de Narvéz conocido: El espadón de Loja por haber nacido en esta localidad. Con él apareció una nueva Constitución, la de 1845 documento moderado, es la base política sobre la que descansa el sistema liberal hasta la Revolución de 1868.
LA POLÍTICA DE NARVÁEZ
El primer Gobierno de Narváez duró dos años (1844-1846), y de él formaron parte destacados elementos del moderantismo. Las dificultades eran promovidas por los progresistas y Narváez se vio obligado a presentar la dimisión. La dimisión de Narváez fue la primera de una serie de crisis ministeriales, que ponía de manifiesto que a falta de un progresismo fuerte, era suficiente la división entre los propios moderados para provocar la crisis. Hasta 1854 hubo doce Gobiernos diferentes: El marqués de Miraflores, Narváez, Istúriz. Los problemas internacionales que suscitaba el matrimonio de la reina española fueron resueltos en la conferencia de Eû 1845 acordaron que Isabel II debería casarse con un Borbón, el que resultaba menos controvertido era don Francisco de Asís hermano de don Enrique, hombre poco inclinado a la política. La ceremonia se en 1846, el día que Isabel cumplía dieciséis años. El matrimonio de Isabel II constituyó un fracaso. El duque de Sotomayor, Francisco Pacheco, García Goyena, el tercer Gobierno de Narváez que fue el más largo de todos, pues salvo un breve paréntesis de diecinueve horas del Gobierno del conde de Cleonard, permaneció hasta 1851, tuvo que enfrentarse a los sucesos revolucionarios de 1848 promovidos por el ala del progresismo. Narváez obró con rapidez y consiguió controlar con prontitud la situación.
LA ETAPA DE BRAVO MURILLO
Bravo Murillo era un tecnócrata. Su labor para mejorar la situación del erario público fue muy positiva, se establecía la consolidación de la deuda. Uno de los problemas más graves que tenía planteada la Administración, era el de la remoción de los funcionarios en cada cambio de situación política por medio de cesantes, eran caldo de cultivo para cualquier intentona revolucionaria, pues así volvían a sus antiguos puestos. Ahora los cargos públicos van a ser cubiertos por oposición. Hay que incluir la firma del concordato con la Santa Sede 1851. La confianza de la reina recayó sobre Federico Roncali, Lersundi, Sartorius a quien no se le perdonaba su rápido encumbramiento ni esa fama de cierta inmoralidad. Todos se preparaban para dar un golpe. El 28 de junio de 1854 estallaría la revolución.
LAS REFORMAS HACENDÍSTICAS Y FINANCIERAS
Hasta 1845 estuvieron vigentes los impuestos del Antiguo Régimen, alcabala, sisa y diezmos. Alejandro Mon, ministro de Hacienda en el Gobierno de Narváez va a llevar a cabo una profunda reforma fiscal. Los detalles de la reforma corrieron a cargo de Ramón de Santillán. Creó un una contribución directa, sobre la tierra, sobre los productos de la riqueza mueble, y otra para las rentas y otra sobre las transmisiones de propiedad. En cuanto a los impuestos indirectos fueron simplificados, una única contribución llamada de consumos. La contribución territorial directa se cobraba asignando cantidad a cada provincia, y estas entre municipios. Los recursos del Estado comenzaron a crecer, la Administración pudo lanzarse a nuevas empresas. Similar proceso de simplificación sufrió el sistema monetario español. La moneda patrón pasó a ser la peseta oficialmente con Laureano Figuerola en 1868, aunque hunde sus orígenes en las reformas monetarias de 1848. El Banco de San Fernando creado en 1829 a partir del de San Carlos, se convirtió en el Banco del Gobierno en 1845. Un año antes había sido creado el Banco de Isabel II, los dos bancos tuvieron que fusionarse en 1847, con lo que se pondrían las bases para la creación del futuro Banco de España en 1856.
LA INDUSTRIALIZACIÓN Y LOS FERROCARRILES
En cuanto al ferrocarril, sus primeros pasos comenzaron a darse durante la Década moderada. En 1844 se creó una comisión para asesorar al Gobierno en esta cuestión, se estableció el ancho de las vías mayor que el de la red existente en Europa: evitar una posible invasión francesa, pero sobre todo facilitar el equilibrio de las máquinas de vapor por la dificultosa orografía peninsular. La primera línea Barcelona-Mataró 1848 que fue muy rentable en sus inicios. El ferrocarril Madrid-Aranjuez tras muchos avatares pudo inaugurarse en 1851. La falta de capital entre otros motivos retardará su crecimiento hasta la ley 1855.
LA IGLESIA Y EL ESTADO
Hubo circunstancias que deterioraron seriamente las relaciones que el Gobierno español mantenía con Roma como las medidas desamortizadoras de Mendizábal, junto con las matanzas de frailes, la supresión de las órdenes religiosas, etc. Que hacen del período 1833-43 el más anticlerical. Normalizada la situación política, pudo firmarse el concordato entre el Estado español y la Santa Sede de 1851. La Santa Sede exigía la suspensión de las ventas de los bienes incautados y deseaba una dotación para el clero, la libertad de predicación y actuación de los prelados, A LOS QUE EL Gobierno debía prestar su apoyo. La firma del concordato dio lugar a los juicios más controvertidos. El Gobierno conseguía el reconocimiento de Isabel II y la legitimación de las ventas desamortizadas.
El 28 de junio, el general Dulce se pronunció, y O’Donnell acudió a unirse. El Gobierno envió para someter a los sublevados al general Blaser, y las dos fuerzas se enfrentaron el día 30 en Vicálvaro con resultado indeciso. La Vicalvarada no produjo ni
vencedores ni vencidos. O’Donnell comprendió que sin los progresistas sería imposible el triunfo. De ahí el Manifiesto de Manzanares redactado por Cánovas del Castilllo, con postulados de credo progresista. Como el descontento popular organizado a través de la formación de Juntas no se acallaba el general San Miguel pactó con la reina Isabel II la formación de un nuevo Gobierno presidido por Espartero. Aquellas jornadas de julio eran consecuencia del deseo de la Corona de mantener al partido moderado en le poder mediante la manipulación de unas elecciones que en eran una farsa. Eso no daba opción a los progresistas, que veían bloqueado su acceso al poder. La única forma de conseguir el Gobierno era el golpe.
EL BIENIO PROGRESISTA Y LA DESAMORTIZACIÓN DE MADOZ
Espartero impulso esta condición a la Corona: la convocatoria de unas Cortes constituyentes. La reina aceptó. El Gobierno que presidía Espartero incluía a O’Donnell. Se dispuso la salida del país de la reina madre María Cristina acusada de escándalos en la corte. Se nombró una comisión para que se preparase el nuevo texto constitucional, la Constitución no pudo ser aprobada, por eso fue conocida como la non nata, puesto que la crisis de 1856 provocó la disolución de las Cortes. Mejor suerte tuvo la ley Desamortizadora de 1855, Desamortización de Madoz o desamortización civil que provocó la ruptura con Roma. Cuando las Cortes constituyentes suspendieron sus sesiones habían aprobado más de 90 leyes, y entre ellas la ley general de Ferrocarriles. Los moderados habían recobrado energías. Espartero era el centro de sus críticas. La preponderancia de Espartero, llevó a los progresistas a la división. Aparecen revueltas, esa crisis fue aprovechada por la reina para destituir a Espartero y nombrar a O’Donnell jefe de Gabinete, en 1856. O’Donnell disolvió las Cortes, con lo que moría la Constitución aún no nacida, y restableció la Constitución de 1845, añadiéndole un Acta adicional mediante la que introducía algunas medidas liberalizadoras. O’Donnell principal protagonista de la Revolución de 1854 acababa ahora con ella. Isabel II dio una fiesta en palacio, en la que desairó al jefe del Gabinete, prestando toda su atención a Narváez, suficiente para que O’Donnell presentase su dimisión al día siguiente.
EL BIENIO MODERADO
Narváez sustituyó a O’Donnell en la presidencia del Consejo. Era la cuarta vez que ascendía a este puesto, y venía acompañado de elementos ultraconservadores. Se restablecieron las relaciones con la Santa Sede. Se suspendió la ley desamortizadora 1855. Se restablecó la Constitución 1845, sin el Acta adicional de O’Donnell, y se suprimieron todas las disposiciones progresistas para los Ayuntamientos y Diputaciones provinciales, la reina desconfiaba de su carácter autoritario. En el colmo de la insensatez, la reina hizo un intento de presidir ella misma un Gabinete, de lo que fue disuadida por Bravo Murillo. El encargado de formar nuevo Gobierno fue le general Armero en 1857. No pudo hacer nada: una desfavorable votación en las Cortes provocó su sustitución por Istúriz que no fue capaz de mantenerse más allá de algunos meses. El Gobierno de los moderados se había desacreditado a causa de sus escisiones. Pero lo mismo les ocurría a los progresistas. El resultado de la deserción de miembros de una y otra opción fue la formación de la Unión Liberal presente hasta 1863.
LA UNIÓN LIBERAL
Integrada por elementos de los dos partidos e inspirada por O’Donnell y Posada Herrera. El objetivo de la Unión Liberal era el de hallar el difícil equilibrio entre la libertad y el orden. Carecía de programa propio. Su eclecticismo y pragmatismo le llevaban a acoger a todos aquellos que aceptase la dinastía y la Constitución. En 1859 se constituyó el Gobierno presidido por O’Donnell de una duración superior a cuatro años. La guerra de África inició una serie de aventuras exteriores. Pero la estabilidad política tiene mucho que ver con la prosperidad económica. El Gobierno de la Unión Liberal era consciente de que la creación de riqueza era el mejor antídoto contra la revuelta social. El presupuesto extraordinario de 1859 preveía una serie de inversiones en este sentido. El ferrocarril comenzó su auténtica expansión. La Unión Liberal iba dejando en el trayecto algunos de los elementos que más habían contribuido a llevarla al poder. Estas deserciones y el desgaste natural forzaron la dimisión de O’Donnell en 1863. A partir de ese momento, y hasta el final del reinado de Isabel II, resulta difícil encontrar una explicación coherente sobre la política. Los progresistas no se encontraban en condiciones de gobernar porque su partido se hallaba dividido. La reina seguía desconfiando, su actitud será la del retraimiento. Los demócratas también se hallaban divididos. Los moderados se hallaban fragmentados, la reina optó por ellos porque los consideró como la solución menos mala.
LA GUERRA DE ÁFRICA
Desde la pérdida de las colonias los problemas de la política interior habían dejado al país sin contacto con el exterior. La guerra de África sirvió al general O’Donnell para crear la Unión Liberal. Los problemas en Marruecos se habían iniciado a comienzos del reinado de Isabel II, la intervención de Francia e Inglaterra facilitó la firma de los convenios de Tánger 1844, mediante los que se restituían a Ceuta y Melilla sus antiguos límites. Sin embargo, los convenios no se cumplieron. La ruptura se produjo en 1859. De forma inesperada, los moros atacaron Ceuta. España declaró la guerra a Marruecos. Se reunieron 40.000. El Ejército marroquí estaba mandado por Muley-el-Abbas con 40.000 hombres poco disciplinados. O’Donnell entró en Tetuán. En Wad-Ras se trabó el más duro combate, los marroquíes tuvieron que retirarse, en 1860 se firma el Tratado de Wad-Ras. Marruecos cedía a España mucho territorio incluyendo Ifni.
LA INTERVENCIÓN EN ULTRAMAR
La política exterior española durante la etapa de la Unión Liberal se proyecta en Ultramar: colaboración con Francia en la expedición a la Conchinchina (1857-1863); participación española en la expedición a México (1861-1862). Consecuencia del nacionalismo romántico y el deseo de hacer grande a la nación, satisfaciendo las ansias de burgueses y militares. La expedición a Conchinchina se llevó a cabo a remolque de Francia. Una vez terminada la guerra el Gobierno francés declaró que España buscase en otro punto del imperio la compensación de los sacrificios que había hecho, pues lo conquistado pertenecía a Francia. La intervención en México se hizo tambiénconjuntamente con Francia e Inglaterra. Juárez tomó una serie de medidas perjudiciales para los intereses extranjeros. Algunos mexicanos solicitaron la intervención. Napoleón III se manifestó dispuesto a acudir y en principio contó con la colaboración de Inglaterra. En 1861 se formó en Londres el pacto entre las tres naciones para enviar tropas de intervención. España preparó su expedición desde Cuba al mando del general Prim. Pero Napoleón III tenía el propósito de colocar a Maximiliano como emperador, se separaron las fuerzas inglesas y españolas. La decisión de Prim fue muy personal y no contó con el beneplácito de O’Donnell ni de Isabel II. Francia continuó en solitario la aventura mexicana consiguiendo su propósito de coronar a Maximiliano, que acabaría trágicamente su breve reinado que le constó la vida. La política de prestigio de O’Donnell dio lugar al episodio de la efímera reincorporación de Santo Domingo a la Corona española. Desde la paz de Basilea (1795), España había cedido a Francia la parte española de la isla, aunque sus habitantes nunca habían aceptado a sus nuevos dominadores. Constituida en República independiente en 1844, corría el peligro de ser absorbida por Haití. Su presidente Pedro Santana pidió protección a Madrid, se pidió que aceptase el protectorado o la anexión de Santo Domingo, aunque el proyecto fue aprobado, duró poco y en 1874 se reconoció de nuevo su independencia.
Por último, las expediciones a Perú y Chile fueron consecuencia de los acontecimientos de México y Santo Domingo que levantaron suspicacias en el Gobierno peruano. El Gobierno de Madrid quiso entonces hacer una demostración de fuerza y envió una escuadrilla, varias confusiones llevaron al bombardeo de Valparaíso, y se entró en El Callao. Hubo una declaración de guerra en 1866. En 1871 se firmó un armisticio entre España y las Repúblicas de Perú, Ecuador y Chile.
EL FINAL DEL REINADO DE ISABEL II
La caída de O’Donnell en 1863, dio paso de nuevo a los moderados, que alternaron el poder con los unionistas hasta la caída de Isabel II en 1868. El marqués de Miraflores le sustituyó, Lorenzo Arrazola, Alejandro Mon, Narváez, O’Donnell, la sublevación de los sargentos de artillería de San Gil, disconformes con las medidas que les impedían el ascenso a la oficialidad. Refugiados en el cuartel del San Gil fueron sometidos, tras una dura pelea, por las tropas mandadas del general Serrano. El Gobierno ordenó el fusilamiento de 66 insurrectos. O’Donnell perdió la confianza de la reina y fue obligado a dimitir. Narváez formó su sexto y último Gobierno que se sostendría hasta su muerte en 1868. Se reunieron en Ostende progresistas y demócratas para acordar la caída del régimen. Mediante el Pacto de Ostende, firmado por Prim, Sagasta, Pierrad y Ruiz Zorrilla, se acordó destruir todo lo existente en las altas esferas del poder y la elección de una asamblea constituyente por sufragio universal para que determinase la forma de gobierno que habría de establecer en el país, su intentona revolucionaria fracasó en 1867. La política de Narváez, gobernando sin las cortes, provocó deserciones hasta en la familia real. El duque de Montpensier le hizo presente a la reina la necesidad de cambiar la política. Tras el fallecimiento de Narváez fue nombrado primer ministro González Bravo, otros generales unionistas se mostraron dispuestos a pronunciarse. El frente revolucionario ya estaba formado. Progresistas, unionistas y demócratas se unieron bajo el propósito común de derribar a la Monarquía de Isabel II.